21 de febrero de 2007

Carnaval de Binche


Binche fue como una mezcla de colores, formas y siluetas diferentes.

Un carnaval de lo absurdo, donde nada estaba acorde con nada,

cada cuál hacía lo que quería, cómo y cuando quería,

La antagonía de lo europeo y formal,

la señal de que no somos el centro de nada.

Y fue divertido, si señor, ojalá siempre fuésemos niños...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí, ojalá siempre fuésemos niños...

Anónimo dijo...

Siempre somos niños. Lo que pasa es que a veces lo olvidamos.
El otro día le dije a una niña que me dibujara, e hizo algo sumamente parecido a esa escultura de una gamba (o un langostino, qué sé yo) de Mariscal que había en la barceloneta.
Se lo dije y nos reímos, aunque ella no supiera quién era Mariscal, ni yo supiera qué demonios había dibujado.
Al final ella sabía que aquello era sólo un dibujo y yo sabía que aquello era yo.
Ambos niños.